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Ponencia para la concesión de la medalla de oro de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga

JESÚS ALBERTO CASTELLANOS GUERRERO (1953-2012)

¿Cómo escribir de alguien que llevas en el corazón sin sentir que es éste y no los dedos el que traza cada una de las letras?

¿Cómo describir los rasgos de aquel cuyo solo recuerdo ensombrece cualquier atisbo de aproximación a su personalidad?

¿Cómo pretender explicar la trascendencia de una labor -inmensa en el tiempo y en la entrega- sobre cuya huella transitamos aún hoy?

¿Cómo hablar de un amigo del que te duele la ausencia sin que las palabras destilen rabia y amargura?

¿Cómo hablar de Jesús sin imaginarlo levantando la ceja y sacando, sagaz, punta al comentario?

Sirvan estos interrogantes, que forman parte de la adhesión de Rafael de las Peñas, para iniciar lo que a buen seguro, será un breve apunte de lo mucho que se puede decir de una persona que nos dejó sin hacer ruido, pero que provocó un estruendo en nuestros corazones.

Cada una de las personas que conocimos a Jesús Castellanos, podemos hacer una descripción y cada uno aportar un matiz nuevo sobre su persona, pero hay rasgos de su personalidad y sobre todo de su repercusión que son coincidentes.

Él mismo, en su pregón de la Semana Santa de Málaga del año 2000, se reconoce “implicado hasta la médula en este mundo cofrade” y sintiéndose parte de Málaga, su ciudad.

En el presente documento hemos intentado dejar plasmados unos breves apuntes de todos aquellos aspectos más relevantes de la vida del que muchos consideramos un genio y que lo hacen merecedor de la distinción propuesta: la medalla de Oro de la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa de Málaga, máximo honor que posee dicha institución.

Como recogen nuestras actuales Ordenanzas o Reglas para el gobierno de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, dentro del Reglamento II, de los honores, distinciones y protocolo de la Agrupación, en su capítulo segundo, en el artículo segundo y también en el párrafo segundo, se establece que los títulos honoríficos serán concedidos a las personas o entidades que se distingan, o se hayan distinguido, por sus servicios o trabajos en pro de la Agrupación, o de la Semana Santa en su conjunto, según diferentes criterios.  Significando las tres categorías de la Medalla institucional, y su apartado “a” Medalla de Oro: se otorgará a quienes se hayan distinguido por sus excepcionales y extraordinarios méritos.

Es la primera vez en la historia, como no podía ser de otra manera, tratándose de la excepcional persona que valoramos, que la casi centenaria Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga inicia un proceso para conceder, a título póstumo, la medalla de oro de la institución a un cofrade único y ejemplar, a D. Jesús Alberto Castellanos Guerrero.

El pasado 22 de septiembre del 2016, se constituyó una comisión para realizar todo el proceso cuyos trámites requieren el preceptivo expediente, aunque realmente el proceso comenzó según lo establecido en el artículo 4 del reglamento de honores y distinciones de la Agrupación a iniciativa de la presidencia por la petición expresa de dos hermandades estrechamente ligadas a él -Dolores del Puente y Rescate- a las cuales y de manera casi automática, se sumaron la totalidad de hermandades y cofradías y la propia Agrupación, haciendo causa común y solicitando respectiva y unánimemente la concesión de la medalla de oro agrupacionista.

Según la normativa al efecto, la Comisión quedó constituida por el Vicepresidente Primero de la Agrupación, D. José Carlos Garín Valle, el Secretario General, D. Salvador Pozo Sánchez, que actuará de secretario de la comisión, el Fiscal, D. Carlos Javier López Armada, y como vocales D. Rafael Ángel Recio Romero, por la Hermandad del Rescate y D. Antonio Jódar Soler, por la Cofradía de los Dolores del Puente.

De forma paralela, se organizó un Grupo de Trabajo que de manera conjunta ha realizado el trabajo que hoy se presenta que consta así mismo de un documental sobre la figura poliédrica de Jesús Castellanos, en el que a través de las intervenciones de personas del mundo de la cultura o cercanas a su vida, permite, por un lado, conocer mejor algunos aspectos personales y por otro, dejar un legado para que futuras generaciones puedan valorar más detenidamente la grandeza de un ser humano que pasó por este mundo aportando lo mejor de sí mismo y ayudando a crecer a los demás. El citado documental se visualizará en el acto de entrega de la medalla de oro.

No existen precedentes en esta Agrupación de Cofradías de un expediente con más adhesiones ni con más interés mediático, al que se han sumado desde cofrades que familiarmente denominamos de a pie, hasta los máximos representantes de las instituciones de esta ciudad.

Jesús Alberto Castellanos Guerrero nació el 15 de noviembre de 1953 en Málaga. Fue bautizado e hizo la primera comunión en la iglesia de Santiago, justo al lado de su casa de calle Granada y muy cercana a la plazuela que hoy lleva su nombre. Estudió en el Colegio de los Hermanos Maristas de la calle Victoria y la carrera de Medicina en la Universidad de Granada. Posteriormente empezó la docencia como titular del Departamento de Historia de la Medicina en la Universidad de Málaga y ejerció como tal durante 35 años de manera ininterrumpida. Fue miembro de la Junta de Gobierno de la cofradía de la Estrella, de la que años después fue presidente de su Comisión Gestora. Fue fundador y Hermano Mayor de la Antigua Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón y Nuestra Señora de los Dolores del Puente. Diseñador de innumerables obras para el mundo cofrade. Pronunció el pregón de la Semana Santa en el año 2000 e fue impulsor y Director del Museo de la Semana Santa de Málaga. Así mismo, fue Vicepresidente de la Agrupación y responsable de la Comisión de Cultura y Divulgación.

Jesús fue un hombre que todo lo dio en vida por el mundo de la Semana Santa malagueña y que falleció de manera repentina el 12 de septiembre de 2012.

Estos breves datos bibliográficos tan sólo nos sirven para encuadrar una vida entregada con pasión a todos los proyectos que formaron parte de ella.

Muchos son los adjetivos que se han utilizado para definir a Jesús Castellanos y múltiples las facetas artísticas a las que dedicó tiempo y arte. Su carácter multidisciplinar nos permite hablar de él como un ser profundamente cristiano, de un maestro, de un diseñador, de un organizador nato, de un músico, de un pintor, de un artesano, de un escritor de exquisita profundidad, de un formador, de un médico amante de la docencia, de un ciudadano comprometido, de un historiador, de un ideólogo, de un restaurador y un largo etcétera que podríamos seguir enumerando y difícilmente terminar en este documento.

Pero hay determinados aspectos que hemos querido desarrollar de una manera más extensa y que nos permitan tomar conciencia de la perfecta simbiosis que se producía en su persona y que conformaron un ser único y extraordinario.

Jesús, un cristiano comprometido. Cuando hablamos de ser buen cristiano, lo identificamos rápidamente a una persona con un perfil concreto y con un modelo de vida, con una forma de ser, de entregarse y de transmitir sus creencias. Jesús asumió su pertenencia a la Iglesia desde la responsabilidad del que sabe que es parte integrante, del que entendió el protagonismo que tenía que tomar el apostolado seglar en la sociedad de hoy, desde la importancia de no ser tibio y manifestar sin miedos que somos cristianos.

Desde muy pequeño se acercó a la Iglesia para conocerla y poco a poco amarla profundamente, con inquietud por conocer y porque entendía la necesidad de tener una formación sólida, fundamentada en el estudio constante y en la lectura apasionada de todo lo que caía en sus manos. Un hombre que cuestionaba su interior hasta que conseguía forjar ese pilar sobre el que seguir creciendo. Era amigo de la conversación sin prisa que le permitiera disfrutar pausadamente de las reflexiones.

Pero no sólo se preocupó por su formación sino también por intentar transmitir esa necesidad a todos los que se encontraban a su alrededor. Era un maestro lleno de cualidades y supo traer al mundo de hoy pasajes de los Libros Sagrados para disfrutar con su lectura o de sus explicaciones y poco a poco, despertar la necesidad de llevarlos a nuestra vida y dar cumplida cuenta de la grandiosidad de los mismos.

Fue un hombre que sirvió a su Iglesia. Nunca encontraron un no en su boca cuando año tras año se le hacía responsable de organizar la procesión del Corpus. Era apasionante verlo montar el altar de la Agrupación de Cofradías en la Plaza de la Constitución. Con escasos recursos convertía lo imposible en real, procurando poner en valor imágenes, cuadros o enseres que en muchas ocasiones dormían en rincones un tanto olvidados. Daba igual el culto que tuviera que preparar, siempre estaba dispuesto a dar de él lo mejor que tenía y lo ponía a los pies de la Iglesia. Aún recordamos su rostro de alegría delante de la carroza del Corpus siendo consciente de lo tremendamente importante que era y es llevar al Señor, en su expresión más profunda por las calles de la ciudad.

La iglesia malagueña confiaba en él para organizar actos o eventos de profundo calado religioso, como fue el caso de la preparación de la misa de toma de posesión del Obispo D. Jesús Catalá Ibáñez, a su llegada a Málaga. Como trabajador incansable dedicó muchas horas para que todo tuviera el fundamento necesario sin dejar nada al azar. Gustaba de supervisarlo todo, con un celo personal que le obligaba a revisar el trabajo de los demás para que nada fallara o por si podía aportar algo más. Seguro que si hacemos una parada en el tiempo y volvemos la vista atrás, le recordaremos esa misa con un cariño especial, todo estaba trabajado, liturgia, música, participación, ofrendas. Todo absolutamente estaba visto y dispuesto. El agradecimiento y las felicitaciones no tardaron en llegar de D. Jesús y del resto de los sacerdotes.

En su vocación de dar contenido a los actos cofrades, siempre procuró hacer presente a la Iglesia, en muchos casos con guiños a la catedral. Su deseo cuando se comenzó a organizar el Vía Crucis de la Agrupación fue que en ese peregrinar hasta la catedral descubriéramos el verdadero sentido del acto. Intentó siempre sacar a la luz el rico patrimonio pictórico y escultórico del templo mayor de la ciudad y muchas de las portadas de los libros que se fueron editando incluían fotografías alusivas al titular que procesionaba.

También volcó su capacidad didáctica con los jóvenes, consciente de que sin ellos, las cofradías estaban llamadas a vivir tiempos difíciles, por ellos apostó porque su participación es imprescindible, la frescura, la inquietud, la alegría que transmiten son fundamentales en cualquier institución, pero él luchaba por una juventud de calidad, capaz de asumir y servir, teniendo en cuenta la responsabilidad y el legado con el que se encontraba, por eso insistía en la necesidad de una profunda formación, mucho más allá de una moda puntual o de una corriente concreta. Así lo manifestaba en su pregón de la Semana Santa de Málaga. No entendía: “a esa juventud entusiasta que convierte su única actividad cofrade en una mera contemplación estética de tronos o arreglos, que sólo pretende alcanzar su meta con la simple erudición que nada explica o con un coleccionismo casi fetichista de videos, grabaciones o carteles, o intenta un adiestramiento musical para reconocer marchas y bandas o trata de saber sobre signos y símbolos sin llegar nunca a experimentar su profundo significado”.

Muchos fuimos los que le oímos decir, “vamos a celebrar en cofrade”, acercando esos elementos más habituales de la vida cofrade a las celebraciones religiosas. Era hombre de sentarse en el suelo y de adaptarse a los usos del momento. En la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud del año 2011, tuvo clarísimo desde el primer momento que la Agrupación y más concretamente, los jóvenes cofrades, tenían que estar presentes, por ello se elaboró un programa de actos muy extenso y en todos había un momento para la reflexión, fundamentándolo en la fe y viviéndolos siempre con alegría.

La llegada de la Cruz del Papa a Málaga en una jabega, una mañana temprana de lluvia, con frío en la playa de la Malagueta, supuso un punto de unión trascendental donde los guiños de la música, del olor a incienso llevaban el claro objetivo de “alabar a Dios”. Jesús Castellanos tuvo mucho que ver en que para ese día tan señalado, las hermandades abrieran sus casas para recibir y transmitir los valores cofrades. Una convivencia que dio sus frutos, no sólo con los peregrinos de otros países que llegaron a Málaga sino algo quizás menos buscado pero de mayor importancia incluso, como fue unir a los jóvenes de distintas cofradías bajo el signo de la Cruz.

Años después de aquel gran día, los jóvenes venezolanos y canadienses que compartieron la JMJ en Málaga, han querido sumarse al reconocimiento propuesto por la Agrupación, enviando sus adhesiones y dejando constancia de su carisma. Jesús supo arrancar lágrimas y sonrisas de cada uno de ellos y algo fundamental, transmitió la Fe a mayores y pequeños, a cofrades y no cofrades, a todos los que se acercaron de una u otra manera a vivir aquella inolvidable jornada. Y lo hizo desde la más absoluta humildad, siempre con una discreta elegancia pero estando pendiente y cerca de los jóvenes, tendiéndoles la mano porque él más que nadie era consciente del fundamental papel que jugaban las cofradías y la juventud cofrade.

Y si importante fue su compromiso con la Iglesia para aportar como cristiano, no lo es menos su papel como docente en la Universidad. Amaba profundamente la asignatura que impartía, comunicaba una enorme seguridad en todas sus clases, era capaz de llevar a los alumnos/as a un viaje a lo largo de los tiempos para aterrizar en el presente. Su clave siempre en el mismo tono, se centraba en conocer para amar y poder darles ese punto de sensibilidad, de proximidad a los futuros médicos. Aprovechaba su capacidad de transmitir para acercar y enmarcar nuestra existencia, como maestro dispuesto a escuchar y atender sus inquietudes. Muchos alumnos/as también han querido también hacerse presentes en este expediente con sus adhesiones, dejando constancia de su valía como persona y por supuesto, como docente.

En la Universidad también mostró su capacidad para implicarse, bien sea con la cátedra cofrade, o con jornadas de formación, con dirección de tesis o con cualquier otro aspecto relacionado con su profesión. Era uno de eso médicos que nunca ejercieron la medicina de forma convencional, su labor iba más allá, prefería curar o alimentar el alma.

Tal y como apunta D. Federico Fernández Basurte en su carta de adhesión, “al Doctor Jesús Castellanos, hay que referirse necesariamente al aproximarse a la investigación del pasado histórico de nuestras cofradías y de nuestra Semana Santa, a cuya reconstrucción ha hecho importantes aportaciones que nos ayudan a entender mejor nuestro presente, resultados de su compromiso con la Historia como disciplina de investigación y docencia. Impulsó a la investigación en este campo, el apoyo a los jóvenes investigadores y la constante apertura de espacios para el estudio, el análisis, la publicación y la difusión de los resultados de estos trabajos. Mentor generoso de investigadores noveles, Jesús Castellanos compartía conocimientos, alentaba iniciativas, proponía líneas de investigación y se mostraba crítico y exigente con los trabajos, siempre quiso que fuera considerado un tema de primer orden relacionado con la historia social, enfocado desde el punto de vista de las mentalidades, de la religiosidad local, etc. Sin complejos y con valentía defendió esta postura en cuantos foros y ámbitos académicos fue necesario, reivindicando estos temas y haciendo valer su trabajo y el de tantos investigadores que han venido trabajando sobre esta temática con el aval de su altura científica y su compromiso académico puesto de manifiesto en la Universidad de Málaga”.

Fue el impulsor y primer director de la Cátedra de Estudios Cofrades de Málaga, dando rigurosidad a la investigación de nuestra realidad. Su relación con otros profesionales de la docencia, también le permitió trabajar en la divulgación de la Semana Santa de Málaga. Tuvo claro la necesidad de llevar y llegar a las inquietudes de los más pequeños, dar respuesta desde la escuela-cofrade a muchas de las propuestas que se tienen y han tenido desde siempre.

Jesús siempre fue un hombre inquieto, especialmente reflexivo y con las ideas muy claras en todo lo que hacía. “Su apasionada adscripción a la causa cofrade”, como lo denomina D. Carlos Ismael Álvarez en su adhesión, “en una época de años revueltos, donde ser cofrade era considerado como una excentricidad, no le importaba. Esa situación decadente en unos tiempos difíciles y con un ambiente ciertamente hostil no supuso inconveniente para él. Formó parte de un grupo de personas, la “cuadrilla del arte” que al igual que él, mostraron sus inquietudes en este ámbito, con un entusiasmo que fue contagiando a los que se acercaban o a los que necesitaban un revulsivo para implicarse a fondo en una renovación no sólo generacional, sino también de una estética de cierta decadencia. Sacando los cultos de la atonía y la incuria, mostrando un gusto y mimo refinado, que a ciencia cierta fueron las bases del actual esplendor de la Semana Santa”.

Defendió la vida interior de las cofradías como soporte fundamental de la procesión, “cada vez me gustan más las cofradías y menos las procesiones”. Frases como ésta las pronunciaba en algunas ocasiones manifestando su inquietud ante las nuevas corrientes que iban apareciendo donde se valoraba más la situación de la flor o del alfiler del rostrillo, que la verdadera esencia de los desfiles procesionales.

Fue un precursor algo revolucionario para su época, que tuvo desde el principio la certeza de que con el trabajo desinteresado, “sin bolitas de alcanfor”, ni excentricidades innecesarias, era posible engrandecer la Semana Santa, por eso no escatimó en esfuerzos, en trabajo y generosidad.

Su capacidad como artista, con el sumun de esta palabra, es otra de las vertientes que requiere de una parada expositiva. Como diseñador, demostró una enorme creatividad, con una inconmensurable imaginación y destreza técnica. Son muchos los bocetos y dibujos que engrosan su magnífico legado y muchos de ellos hechos realidad. Así, nos encontramos con tronos que salieron de sus trazados como el de la Reina de los Cielos o del Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario y cómo no, el de su Virgencita del Puente, la Virgen de los Dolores. Precisamente, en este año 2017, se podrá ver ejecutado parte de su último diseño: el trono de María Santísima de la Paloma.

No dudó nunca en ofrecer sus cualidades a cuantas cofradías llamaron a su puerta. Sus diseños para elaborar un ajuar procesional -faroles, estandartes, bocinas…- son algunas de las joyas que podemos contemplar en la Semana Santa de Málaga y en muchos casos, fuera de su ciudad, pues colaboró estrechamente con Hermandades de la provincia, (Archidona, Antequera, Vélez Málaga o Almogía, entre otras).

Pero sus diseños iban mucho más allá de lo puramente material, su marcada estética añadía a cada elemento un aspecto devocional y simbólico que finalizaban en una forma de entender la procesión enmarcándola en la Semana Santa de nuestra ciudad. Sus aportaciones ayudaron a mejorar y crecer a muchas cofradías, pues además de su aportación como diseñador, ofreció su apoyo incondicional con ideas y consejos para seguir construyendo.

Pocas serán las cofradías y hermandades que no cuenten con un diseño de Jesús Castellanos. Su capacidad creativa y productiva permite tener actualmente un preciado legado, desde un puñal o un remate de guión, pasando por estandartes, sayas, tocas e incluso el traje de los Reyes Magos de los últimos años. Todos tienen un sello común, el estudio previo de la hermandad a la que iba dirigido, a la imagen devocional o la persona, y como resultado, la autenticad de lo que había realizado. Es prácticamente imposible relacionar todas las producciones creativas porque allí donde iba dejaba un boceto -en una servilleta o en trozo de papel- sin darle demasiada importancia.

Su valía como orador le llevó a ser pregonero en muchas hermandades, demostrando una capacidad lírica excepcional, realizando textos brillantes llenos de contenidos  profundos donde no faltaban sus reflexiones críticas y ofreciendo a la vez propuestas para, entre todos, construir una vida basada y fundamentada en la fe.  Su riquísima producción literaria nos permite adentrarnos en su pensamiento y conocer cuáles eran las inquietudes y sentimientos de un hombre que supo hacerse a sí mismo y entregarse a los demás, teniendo siempre como camino común, la Semana Santa.

Durante años, nos deleitó con la presentación del cartel oficial de la Semana Santa de Málaga. Sus conocimientos, conjugados con su capacidad de transmitir, creaban el ambiente idóneo para empezar a sentir la emoción de que se acercaba la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

En el año 2000, y no por casualidad, Jesús Castellanos fue designado pregonero de la Semana Santa, en un año que cerraba y abría puertas, y ofreció un texto literario de enorme intensidad, pleno de contenidos y dejando manifiesta su devoción mariana. Su Buena Madre de los Dolores y su Virgen de la Victoria le acompañaban en su peregrinar, era y seguro que seguirán siendo sus máximas confidentes.

“Todo está preparado (…) nuestra misión es caminar entre los hombres y mujeres de hoy para mostrar, con nuestras imágenes y nuestro testimonio, al que es la Luz del mundo. Como en tantos lugares de Andalucía, todo está dispuesto.(…) nazarenos y cargadores, penitentes y hermanos, hombres de trono y costaleros, campanilleros y diputados de tramo, mayordomos y capataces, insignias y tarjeteros, todos estamos preparados que aquí, en esta tierra andaluza, con pluralidad en su lenguaje y unidad en su sentimiento, todo está dispuesto para hacer memoria, para recordar que la tiniebla fue vencida por la luz, que la noche ha sucumbido ante el destello del día, que la vida está brotando desde una cruz cargada de esperanza por la victoria del Redentor. Está todo dispuesto y ya es todo soñar”.

(Pregón Semana Santa 2000: Jesús Castellanos)

Ese mismo año estuvo volcado en la preparación del Vía Crucis Jubilar, del que la Málaga Cofrade guarda un entrañable recuerdo.

Desde su responsabilidad en la Agrupación de Cofradías, asumió con especial mimo todo lo referente a la edición de los pregones y a los aspectos organizativos de la procesión, prestando especial atención a los montajes del escenario sabedor de la importancia del acto que se celebraba. Era conocida su complicidad con el Presidente para buscar el encuentro con el futuro pregonero/a, ejerciendo como un “gancho” perfecto. Entre bromas le oímos más de una vez, que solía leer los textos y rebuscaba las líneas que hablaran de su Virgen de los Dolores y si le gustaba decía: “seguro que será un excelente pregón”.

Su paso por la Agrupación de Cofradías requiere un alto en el camino. Somos muchos los que aprendimos de él el verdadero fin de la misma. Máximo valedor de esta institución, no escatimó en esfuerzos para hacer de ella un emblema de la ciudad, un referente para cualquier cofrade, un lugar llamado al encuentro con la historia que desde el principio tomó con inquietud para salvaguardar un patrimonio del que somos responsables. Innumerables son los relatos de personas cercanas a él que cuentan de su trabajo en la sede de la Agrupación, diseños, escaleras, salas, cuadros,… de todo se encargaba él. Por supuesto que no lo hizo todo, pero supo rodearse de personas de gran valía para darle el aspecto que hoy tiene. Hasta el mural de la Sala de Juntas lo tuvo claro desde el primer momento y su amistad con el gran Eugenio Chicano permitió que hoy disfrutemos de una obra de arte de un pintor incomparable.

Fue capaz de resolver aspectos técnicos que los especialistas no encontraban, su capacidad para ver más allá de los problemas, era increíble. Estuvo al pie de la obra de esta sede realizando el seguimiento a la par que el Presidente, que encontró en él la persona ideal para llevar este proyecto adelante. Su gran obra en San Julián, además de lo mencionado, sin duda fue el Museo de la Semana Santa de Málaga. Jesús, siempre estuvo totalmente convencido de este hecho, luchó encarecidamente por tener un espacio divulgativo para ofrecerlo a la ciudad y a las personas que se acercaran a ella. Su discurso expositivo permitía conocer nuestra Semana Santa a través de los sentidos, sonidos, olores, proyecciones… todo era necesario para que el malagueño o el foráneo percibieran la riqueza de experiencias que podía vivir con sólo adentrarse en ese espacio.

La culminación del Museo de las Cofradías, tras meses de duro trabajo, en los que no existía el descanso (daba igual que fuera domingo o lunes, siempre estaba allí) fue el final de un gran proyecto en el que creyó ciegamente. Tras su fallecimiento, y en reconocimiento a la memoria de la persona que lo dio todo por esta, la Junta de Gobierno de la Agrupación, tomó el acuerdo de que el Museo llevara el nombre de Jesús Castellanos.

Su lápiz sigue estando presente en la Agrupación, pues no en vano el diseño de la Cruz Guía y del rótulo que conforma la imagen corporativa de la entidad, son partes esenciales de su producción, plasmando en este diseño una impronta inconfundible, llena de armonía y recogimiento, marcado de estilo solemne, sobrio y elegante.

En lo personal, Jesús no pasaba indiferente, cultivaba y cuidaba a sus amigos, siempre tenía un minuto de su tiempo que regalarnos, una sonrisa que mostrarnos, un mensaje acertado para ver las cosas desde otro prisma, un sabio consejo que regalarnos… eso sí, siempre después de preguntarnos qué sabíamos hacer y a qué nos dedicábamos.

Han pasado años que nos dejó y todavía, al pasar por la calle Granada o al cruzar el puente que conduce a la Madre de los Dolores, o transitando por San Agustín o San Julián, o por cualquier rincón del centro de su querida ciudad, tenemos la sensación de que va a parecer nuestro amigo y hermano al doblar la esquina. Jesús amaba profundamente a Málaga y se entregaba a ella en todo lo que hacía. Con su caminar acelerado del que sabe que el tiempo es efímero, le encantaba atravesarla de punta a punta, conocía perfectamente cada losa del centro, cada obra que comenzaba, la historia de cualquier edificio… Pasear con él suponía tener una conversación entrecortada porque los saludos a unos y otros se sucedían como un abrir y cerrar de ojos. Así lo expresó D. Francisco Cantos Recalde, en la carta de Acción de Gracias de la misa de funeral que se celebró en la Catedral el 19 de septiembre de 2012: “Jesús ha visto pasar el día a día de la Ciudad que cada mañana se despierta.  Preocupado con el devenir de un futuro que se gana trabajando, implicándose en la evolución constante y transformadora de nuestra sociedad que avanza. Preocupado porque la modernidad y la necesidad de adaptación no esté reñida con salvaguardar nuestra idiosincrasia y la esencia del ser que le es propia a nuestra tierra. Objetivo y crítico constructivo, disponible siempre para cuando ha hecho falta acudir a él, quien nunca dio un paso al frente para asumir una búsqueda de protagonismo de por sí. Siempre en actitud de servicio generoso y disponible. Jesús ha sido y seguirá siendo siempre, Málaga en su pura esencia. Jesús ha paseado el centro de arriba abajo y a lo ancho, de lado a lado. Jesús Castellanos es un malagueño de esos en los que mirarnos y tomar ejemplo como ciudadano. Inconformista siempre, porque siempre ha querido para su Ciudad lo mejor a lo que pudiese optar. Y ha tratado, también siempre, de reivindicarlo donde haya tenido oportunidad de hacerlo.  En la sencilla conversación de un encuentro fortuito en cualquier esquina del centro, en sus intervenciones académicas como profesor en numerosos foros y congresos, dentro y fuera de nuestra Ciudad”

Era un hombre querido, valorado y respetado, el Ayuntamiento de Málaga quiso reconocerlo poniendo su nombre a ese espacio tan lleno de vida, la plaza que brota de la confluencia de cuatro calles. D. Francisco de la Torre, nuestro alcalde también ha querido sumarse a las adhesiones y en relación a este tema escribe:

“En nombre del Ayuntamiento de Málaga, que me  honro en presidir, quiero expresar la adhesión y apoyo a la concesión de la máxima distinción que otorga la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, así como trasladar el aprecio y cariño que se ganó en la ciudad desde sus diferentes responsabilidades cofrades, académicas, artísticas y culturales. Jesús Castellanos fue siempre un malagueño sabio, elegante, recto, honesto, que buscaba la autenticidad, que sacaba lo mejor de cada aspecto de la vida, y con una mente abierta que apreciaba las raíces al tiempo que huía de las ataduras. Su legado es muy valioso, y los esfuerzos por mantenerlo vivo nos enriquecen a todos. El Ayuntamiento de Málaga se honra de haber reconocido sus méritos y ejemplo vital concediéndole a un espacio público el nombre de ” ‘Plazuela de Jesús Castellanos’”.

Finalizar este esbozo de Jesús sin hablar de su cofradía sería una temeridad, pero hacerlo es todavía más complicado. Desde que se accede a la casa hermandad o uno se acerca a la capilla de la Virgen, o se entra en Santo Domingo, todo está en clave de Jesús Castellanos, bordados, tallas, estandartes, faroles, sayas, mantos… Todo pensado, trabajado y conseguido.  Allí encontró a ese grupo de personas unidos por el mismo objetivo y poco a poco, lo que empezó en un proyecto terminó en una realidad. Su fe y su devoción fueron su mejor motor.

Con certeza, habrá muchos aspectos de la vida de Jesús que no se han incorporado a este texto o que hayan sido tratados escasamente, pero consideramos que este documento sólo sirve de introducción a lo que verdaderamente es lo importante: las cientos de cartas que se han recibido adhiriéndose a este proceso y que son fieles al cariño y admiración que provocaba D. Jesús Castellanos.

Él nos enseñó lo que significa ser cofrade de base. Las cofradías, en su vida, fueron vocación y opción porque conocía la profundidad que supone ser cofrade, viviendo con generosidad, coherencia y fidelidad. Su labor siempre desinteresada, es un ejemplo a seguir y un pilar fundamental en nuestra Semana Santa, antes y ahora. Fue un hombre polivalente con infinitas capacidades, luchador incansable intentando siempre que todo llegue al máximo esplendor, y especialmente, un servidor de la Iglesia.

Por delante queda nuestra responsabilidad de hacer que una persona tan ilustre, tan llena de sabiduría, con una trascendencia sin igual, no quede en el olvido para futuras generaciones. Nuestro ahínco debe ir dirigido a que los más jóvenes conozcan la figura del que a buen seguro, es uno de los nombres que quedarán grabados en la historia de Málaga.  La obra de Jesús Castellanos perdurará en el tiempo y siempre será una referencia inexcusable en cualquier aspecto relacionado con la Semana Santa. Su legado es y será, su mejor carta de presentación.

Cofrade, sabio y genio hasta el último de sus suspiros, Jesús ha sido un don de Dios, un regalo que el Padre puso en nuestras vidas. Él se fue antes porque quiso mitigar los Dolores de su Virgen, limpiar sus lágrimas y colocar una sonrisa en sus labios.

Muchas gracias.

 

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