Juan Rosén, cofrade de La Columna y bordador de la O, comparte su reflexión y su sentir sobre el Lunes Santo de la Semana Santa de Málaga 2020
MÁLAGA, 6 DE ABRIL DE 2020.-
Escribir algo sobre nuestra Semana Santa en esta situación tan insólita es cuanto menos un ejercicio de profundización, donde uno tiene que intentar buscar respuestas a lo que jamás nos podíamos imaginar. Ya sabíamos que en algunos años de la República y luego en la Guerra Civil hubo suspensiones de nuestras procesiones pero, desde entonces, motivos meteorológicos han sido los únicos que nos han privado de celebrar unas Semanas de Pasión con la acostumbrada normalidad nazarena.
Sin embargo, no… No es lo mismo… Esto que nos está pasando este año con la dichosa pandemia es mucho peor que lo vivido hasta ahora. Incluso si me apuran, rebuscando en la historia más centenaria, la tradición del Rico para liberar a un preso tiene de fondo también una mortal epidemia, cuando unos cuantos temerarios presos sacaron la Imagen por las calles de Málaga y la peste remitió. Nosotros, pese a tanto progreso y adelanto, ni eso… Lo virtual se ha adueñado de la Cuaresma y de la Semana Santa. Es más, nunca una estampita en la cartera o un cuadro con el retrato de mi Cristo de la Columna o de mi Virgen de la O en el sitio más destacado de la casa están siendo tan familiares y tan auténticos para acercarme a Ellos e igualmente a los que sufren en estos días, a los míos que se fueron, a Dios…
Vaya Lunes Santo de raras sensaciones… De emociones contenidas… De impotencia jamás imaginada… Y es que, por un lado me puede el abatimiento y el desconsuelo, pero por otro me sale la coraje y el amor propio de buscar un cabo donde poderme agarrar para vivir y sentir el chisporroteo que siempre se ha adueñado de mi en estas jornadas.
Desde que nos metieron a todos puerta adentro, en un principio no llegué a dimensionar que llegara a ocurrir esto que nos está pasando. Cierto es que me da mucha pena que tal día como hoy no podamos disfrutar de las procesiones de Crucifixión, Pasión, Dolores del Puente, Cautivo, Estudiantes y Gitanos de mi alma, así como del resto de hermandades y cofradías que componen el ramillete nazareno de nuestra Semana Santa.
No obstante, bastante más tristeza me da el hecho de que no podamos encontrarnos con nuestras Sagradas Imágenes, especialmente en estas eternas semanas que estamos sufriendo. Y es que hasta hace poco menos de un mes, tú tenías una preocupación o un sentimiento que desahogar y listo… Te ibas a ver a tu Cristo o a tu Virgen y con Ellos los compartías. Ahora no puede ser, salvo que los tengas en una bendita capilla callejera.
Es muy fuerte que cuando más desgracias nos están ocurriendo en la historia reciente, no tengamos además la socorrida posibilidad de encontrarnos cara a cara con quienes todo lo pueden y todo lo escuchan. Por eso digo que la pena se hace más pena que nunca y ante ella no hay más remedio que dolerla, pero también hay que aliviarla.
Sí… Ya lo creo que sí. No cabe otra opción más divina y necesaria en el día de hoy y siempre que ponernos en manos de Dios, de su Hijo y de su Santísima Madre. Abrazarnos a su Columna, a su Cruz y a su Corona. Y rezar para dentro y para fuera, teniendo la esperanza de que estamos en las mejores manos, porque el Todopoderoso ha de ser nuestro consuelo y salvación. Qué El nos bendiga a todos y nos de la fuerza precisa para superar estos tiempos.
“Oh, Clemente, oh Piadosa, oh Dulce Virgen María”.
Juan Rosén