A AUGUSTO PANSARD
Esta mañana me desperté muy temprano a causa del calor de la noche y lo primero que hice fue leer un mensaje de WhatsApp, enviado a las 2:14 horas por Félix Gutiérrez que decía: “Nuestro hermano Augusto Pansard ya descansa en los brazos del Señor”.
Desde ese instante mi mente se puso a funcionar como si fuera una computadora IBM para recordar los momentos que viví muy cerquita de Augusto. No conseguí encontrar en mi memoria el día en que nos conocimos, por lo que, en teoría, tuvo que ser hace años. Pero sí detecté dos fechas que, para mí, fueron inolvidables, relacionadas, claro está, con la revista “La Saeta”.
La primera, la del 9 de noviembre de 2012. Ésta tuvo que ver con la presentación de “La Saeta” de Otoño que le pedí que hiciera. En ese acto agrupacional descubrí a un cofrade con talento, ingenioso (con su recurrente “L”, al número 50 de la III Época de la publicación), que sabía tocar, como pocos, la fibra sensiblera (en el ambiente sobrevolaba la figura de Jesús Castellanos, fallecido el 12 de septiembre) y se metió al público en el bolsillo, y a mí también, con una actuación de campeonato. Casi rozó la perfección.
La segunda, la del 26 de febrero de 2022. Presentó, junto a su inseparable amigo y compañero de tareas radiofónicas Félix, “La Saeta” del centenario. No fue una presentación al uso. Consistió casi en una representación teatral en la que los dos bordaron sus papeles. Solo hubiese faltado que Antonio Banderas se los llevase al Soho Caixabank.
Indiscutiblemente la Semana Santa de Málaga pierde a uno de sus referentes. A uno de los nuestros. A uno de los grandes -con mayúscula- que se ha ido muy prontito para reunirse con su Señor de la Pollinica, la Virgen del Rosario (nació en el mes rosariano de 1966), Nuestra Señora de la Piedad y el Cristo de la Vera Cruz de Almogía.
Los cofrades quedamos huérfanos de alguien que ha dejado una profunda huella en el mundo de las hermandades y cofradías, porque ¿quién no conocía Augusto Pansard? Tenemos la certeza que Dios ya lo tiene a su diestra. Ahora, volverá a reunirse en el cielo con grandes cofrades de antaño a los que él admiraba: Paco Piédrola, Jesús Saborido… y se reencontrará con sus queridos progenitores, que solo pudieron asistir en vida al pregón dedicado a la Virgen del Molinillo.
Cada día tengo más claro que las cosas no suceden así porque sí. Hay algo que las mueve. Y a ello me refiero. Era el 9 de abril de este año (tenía que ser en el 102 aniversario de la edición del primer número de “La Saeta”) cuando Augusto me mandaba un mensaje de WhatsApp: “Buenas tardes. Cuando pueda llamarle a usted me lo dice y charlamos un ratito”. Le respondí que sí. No habían pasado ni dos minutos cuando sonaba mi móvil. Me trasladaba, por petición de la junta directiva de la Vera Cruz de Almogía, que fuese el pregonero de la hermandad para 2025. Después de una animada conversación me convenció, como buen abogado y profesor de la Facultad de Derecho, para que aceptase el encargo. Y así lo hice, guiado por sus sabios consejos que te calaban hondo.
Con todo lo que digo, me doy cuenta de la grandeza que atesoraba este hombre. Persona excepcional, que se desvivía y preocupaba por todas las cosas que le apasionaban y una de ellas era, cómo no, la Semana Santa y las cofradías que la formaban.
Me consta que una de sus mayores ilusiones, independientemente de los numerosos pregones pronunciados y presentaciones de carteles, libros y revistas, fue que el presidente de la Agrupación, José Carlos Garín, lo eligiese pregonero. Sin duda, era una designación merecida que pudo haber sido antes pero le llegó cuando tenía que ser. El próximo 5 de abril de 2025 habrá un enorme vacío en el Teatro Cervantes cuando no pueda darle el testigo al pregonero o pregonera de ese año, pero no importa, porque su recuerdo quedará inalterable en nuestra memoria, pasando a engrosar, a partir de ahora, de uno de mis personajes favoritos de la Semana Santa.
No debemos olvidar que los mayores apoyos en la vida de Augusto han sido los de su mujer, Queti, y su hija, Eimar.
Descansa en paz.
Andrés Camino Romero
Director de la revista “La Saeta”